Importancia de la terminología dentro del proceso de comunicación científica

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COMUNICACIÓN

 

Importancia de la terminología dentro del proceso de comunicación científica

 

Importance of the terminology in the process of scientific communication

 

 

Lic. Yurima Hernández de la Rosa1, Lic. Tunia Gil Hernández2

1Licenciada en Español-Literatura. Instructor. Centro Provincial de Información. Villa Clara, Cuba.
2 Licenciada en Español-Literatura. Instructor. Centro Provincial de Información, Villa Clara, Cuba.


Palabras clave: Terminología médica, lenguaje, términos científicos.
Key words:  Medical terminology, language, scientific terms.


 

El conjunto de términos de que dispone una lengua está íntimamente relacionado con el grado de desarrollo de la sociedad, por tanto, el número de términos utilizados en la lengua general responde a las necesidades generadas por esta sociedad y, en particular, por los sectores específicos de actividad generadores de conocimiento.

El uso de términos concretos y consensuados por todos los agentes que los utilizan dentro de un sector favorece la fluidez y precisión del proceso de comunicación, ahorrando en muchas ocasiones recursos a la hora de transmitir la información de forma eficaz.

Lograr una terminología común en un sector requiere del esfuerzo de muchos, ya que el uso repetido de un término o conjunto de términos en un contexto determinado acaba imponiéndose en numerosos casos. Por ello, las universidades, los traductores, los organismos de normalización y los centros de investigación, entre otros colectivos, deben cuidar especialmente la terminología científico-técnica que emplean, ya que pueden influir enormemente en el uso generalizado de la misma.

Una terminología común facilita y fomenta la comunicación, los intercambios comerciales y culturales y posibilita la transferencia de tecnología. Se trata, por tanto, de un esfuerzo de muchos que repercute en ventajas para todos.

Un solo término puede incidir enormemente en el desarrollo de una actividad. La elección de uno u otro puede tener tremendas repercusiones dependiendo de cómo se haya definido el término en cuestión.

Estamos de acuerdo con lo planteado por Gutiérrez Rodilla cuando exponía que el lenguaje guarda mucha relación con la metodología de la ciencia, pues no sólo describe lo que el científico hace, sino que puede contribuir a determinarlo. Es imposible aprender una ciencia sin aprender, a su vez, su lenguaje corriente, de ahí que lenguaje y terminología en una ciencia no puedan verse aisladamente.1

Con la terminología, además de ordenar el pensamiento, los especialistas transfieren el conocimiento sobre una materia, en una o más lenguas, y estructuran también la información en textos especializados, es por tanto, la base de la comunicación entre profesionales.2

Como cualquier disciplina científica, la terminología tiene sus vocablos propios para denotar los conceptos con que trabaja. Puesto que se dedica al estudio de las nociones y los términos de otras especialidades, se supone en ella un grado elevado de precisión en el uso de ese vocabulario particular.

Según Alpízar, la terminología es la rama de las ciencias del lenguaje que tiene como objeto de estudio el sistema conceptual de una o varias esferas de actividad especializada, las relaciones entre los elementos que lo componen y las formas en que se denominan, junto a las propias formas de denominación y las relaciones que se establecen entre ellas como elementos de un sistema lingüístico y entre ellas y el sistema de conceptos que denominan.3

Muchos han hablado de terminología, pero concordamos con Cabré2 cuando propugna el carácter interdisciplinario de la Terminología, aunque por esa razón no deja de tener un objeto específico y bases conceptuales propias.

Las personas con igual área de especialidad generan una terminología propia, para resolver sus necesidades internas de comunicación, las que consisten básicamente en: denominar los objetos y los fenómenos propios de cada especialidad, siempre de acuerdo al alcance conceptual de los mismos.

En la actualidad, cuando se habla de terminología no se puede olvidar  la terminología multilingüe a la hora de hacer un inventario de términos, la identificación de los conceptos que expresan y el establecimiento riguroso de equivalencias y correspondencias en la lengua o lenguas por las que van a ser adoptadas. Por ello afirma Alpízar que otra característica que se ha de tomar en cuenta es que la terminología tiene tendencia a la internalización.4

La correspondencia entre términos de idiomas diferentes trae consigo el total redescubrimiento del contenido del término de una lengua por uno de otra, la total falta de equivalencias, así como una variada sucesión de redescubrimientos  parciales.

Finalmente, estamos totalmente de acuerdo con Cabré cuando plantea que la terminología sirve a las distintas especialidades para representar el conocimiento de manera organizada (en forma de manuales o glosarios) y para unificar el conocimiento (en forma de normas y estándares); mientras que las especialidades proporcionan a la terminología su misma razón de ser, el objeto de su estudio: los términos.5

Lo cierto es que la globalización contemporánea, extendida a múltiples sectores, impone uniformidad en las formas de pensamiento y de expresión, porque es incuestionable que la difusión del conocimiento a través de la enseñanza y los medios de comunicación ha descontrolado el contexto en el que la normalización terminológica se desenvolvía.

La terminología es una de las piezas indispensables de la normalización plena de una lengua, ya que sin ella, la lengua en cuestión no sería apta para los usos especializados, tan importantes como indispensables en la civilización de hoy. Por ello, los países que llevan a cabo planes de normalización de las lenguas propias incluyen necesariamente entre sus actuaciones el aspecto de los lenguajes especializados y, en su seno, la terminología.
Se hace necesario homogeneizar y armonizar el vocabulario científico y técnico con el fin de evitar cualquier ambigüedad posible en el uso del lenguaje en el ámbito de la docencia y la asistencia.

En el caso de la docencia, la comunicación que se establece entre el profesor y el estudiante constituye un modelo a seguir por todos los implicados; su correcta utilización evitará aquellos posibles errores surgidos que pueden influir negativamente en el desarrollo del proceso formativo.

Este proceso de formación, lo mismo de estudiantes que de residentes, constituye el sustento ideal para desarrollar una correcta comunicación científica. Sobre todo si se tiene en cuenta que ellos la necesitan para realizar los informes, las ponencias de las investigaciones estudiantiles, las propias tesis que los llevarán a optar por el título de especialistas, másteres, doctores, para los reportes de casos, para comunicar experiencias acumuladas, enfoques diferentes de un problema, o puntos de vista sobre una situación de interés para la comunidad médica académica en general.6 El caso de la asistencia será tratado en espacios posteriores.

Por tanto, es imprescindible establecer una terminología única y aceptable para todos los sectores profesionales y científicos implicados en la comunicación médica, teniendo en cuenta que esta es la base de toda investigación científica y del proceso de formación en nuestras universidades médicas. La falta de terminología científico-médica en una lengua constituye una grave mutilación de la misma. Un idioma sin términos científicos es un idioma mutilado.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

  1. Gutiérrez B. El lenguaje científico y el lenguaje común. En: La ciencia empieza en la palabra. Análisis e historia del lenguaje científico. Barcelona: Península; 1999. p. 48-62.
  2. Cabré MT. Terminología y comunicación especializada. En: La terminología: teoría, metodología, aplicaciones. Barcelona: Antártida; 1993. p. 106-20.
  3. Alpízar Castillo R. El léxico de la terminología. Intento de la sistematización. La Habana: Academia; 1995.
  4. Alpízar Castillo R. El lenguaje y su importancia para la ciencia. En: Traducción y terminología científica en Cuba. La Habana: Científico-Técnica; 1990.
  5. Cabré MT. La terminología hoy: concepciones, tendencias y aplicaciones. Cienc Inform. 1995;24(3):13-5.
  6. Hernández Y. Uso de anglicismos en la especialidad de cardiología y cirugía cardiovascular [tesis]. Santa Clara: Universidad "Marta Abreu" de Las Villas; 2009.

 

Recibido: 7 de abril de 2009
Aprobado: 17 de mayo de 2009

Lic. Yurima Hernández de la Rosa. Universidad de Ciencias Médicas "Dr. Serafín Ruiz de Zárate Ruiz". Villa Clara, Cuba. E-mail: yurimahr@ucm.vcl.sld.cu



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